David Montolío es un laico enamorado del arte en sus múltiples expresiones. Por eso trabajar en la Delegación de Patrimonio es un regalo. No sólo por la cercanía con tesoros culturales, sino porque son tesoros que expresan la piedad y la fe del pueblo. Si esto era poco, desde hace un año cabe añadir su implicación en la organización de la muestra "Espais de Llum", abierta desde noviembre del pasado año.
-¿Qué ha representado para el patrimonio diocesano esta exposición?
-La recuperación de gran parte del patrimonio pendiente de restauración. Estamos hablando de unas 200 obras restauradas, de las 500 expuestas. Sobre todo ha beneficiado los bienes de iglesias diocesanas con pocos recursos económicos, poseedoras de la mayor parte de obras histórico-artístas del Obispado.
-¿Cómo valora la colaboración entre la Diócesis y las entidades públicas que han hecho posible Espais de Llum?
- Muy positiva, en especial porque han sabido entender que los criterios de conservación desde la Iglesia son específicos y no entienden de fronteras, pues se han restaurado obras de otras diócesis. Las obras de arte poseen muy diversos significados, pero se ha querido primar el fin primero de las mismas, pues en su mayoría son obras devocionales y expuestas al culto, y por lo tanto la intervención debe ser más consecuente con el hecho religioso; no estamos hablando de piezas únicamente de museo o culturales.
-¿Por qué es importante conocer el patrimonio religioso de la Diócesis?
Para conocer nuestras raíces como pueblo de Dios. El arte siempre ha estado al servicio de la Iglesia y desde pequeños hemos crecido en la fe a través de la contemplación de las imágenes que nos han servido para conocer visualmente el mensaje del Evangelio.
-¿Cómo resumiría el itinerario de las tres sedes?
-Como una ruta desde los orígenes del cristianismo en nuestras tierras y de las diversas vicisitudes desde los primeros tiempos hasta la contemporaneidad con sus épocas florecientes y sus momentos trágicos. Muchas de esas realizaciones se quedaron por el camino por diversas causas, por lo que las piezas que ahora se presentan son el testimonio de nuestra propia historia, custodiadas por todas aquellas gentes que las mimaron y transmitieron durante generaciones que debemos recordar e imitar.
-¿Hay una línea de continuidad a través de los 2000 años expuestos?
- Si, la del verdadero mensaje inicial: Cristo ha venido al mundo para salvarnos. Por eso la primera obra de la muestra es una lucerna o candil romano, y la última es una virgen prudente con el misma luz en la mano, para recordarnos que tenemos que estar siempre vigilantes, como dice la parábola, porque la llegada del Reino de los Cielos está cerca.
-¿Qué pieza se llevaría a casa?
- Seguramente, pese a su sencillez, el relieve con "el orante", del siglo XIII y expuesta en la sede de Burriana, y que es la primera representación figurativa de un cristiano en nuestras tierras. Es una obra popular pero de una grandísima importancia.
Fuente: Hoja Parroquial/Suplemento Del B.O. del Obispado/G. Farré
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