Divina Misericordia

sábado, 29 de octubre de 2011

Llamados a la santidad, carta del obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente

En la Solemnidad de todos los Santos, la Iglesia nos invita a celebrar el gozo celestial de todos los santos. Son una muchedumbre innumerable: son los santos reconocidos de forma oficial, pero también los innumerables santos anónimos de todo tiempo y lugar, que han acogido a Dios y su amor, su amistad y su vida, y se han esforzado por cumplir con amor y fidelidad la voluntad divina en su vida terrenal.

San Bernardo, en una homilía sobre el Día de todos los santos, dice: "Nuestros santos no necesitan nuestros honores y no ganan nada con nuestro culto. Por mi parte, confieso que, cuando pienso en los santos, siento arder en mí grandes deseos". El significado de la fiesta de todos los santos consiste, pues, en que, al contemplar su ejemplo, se suscite en nosotros el gran deseo de ser como ellos: felices por vivir en Dios, en su amistad y en la gran familia de los amigos de Dios. Ser santo significa vivir en Dios y con Dios, es decir vivir en su amistad y en su familia.

Todos estamos llamados a la santidad. No es cosa para unos pocos elegidos. Nos lo ha dicho muchas veces la Iglesia. De una manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II. Pero, ¿cómo podemos llegar a ser santos, amigos de Dios? Para ser santos no es preciso realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. Para ser santo es necesario, ante todo, recuperar a Dios en nuestra vida, creyendo y confiando plenamente en Él; es necesario dejar a Dios el lugar que le corresponde para que en cada ser humano, creado 'a imagen de Dios', brille la imagen divina. Los cristianos, por el bautismo, somos hijos suyos, participamos ya de su misma vida, de su amor, de su gracia y de su amistad. Es una vida nueva que pide ser acogida, y madurar y crecer en el encuentro personal con Cristo Jesús, la adhesión a Él, la acogida de su Palabra y de sus Sacramentos, el seguimiento de Jesús en el seno de la Iglesia y el vivir en el día a día el mandamiento nuevo del amor a Dios y al prójimo y el sendero de las bienaventuranzas, sin desalentarse ante la dificultad.

La experiencia de la Iglesia demuestra que toda forma de santidad, aun siguiendo sendas diferentes, pasa siempre por el camino de la cruz, el camino de la renuncia a sí mismo. Quien quiere guardar su vida para sí mismo la pierde, y quien se entrega, quien se pierde, encuentra la vida (cf. Jn 12, 24-25). Benedicto XVI ha dicho que la santidad consiste en dejar que Dios lleve nuestra carga. Es una forma de expresar la primacía de la gracia, pero también muestra la confianza de quien se sabe totalmente en manos de Dios. Los santos, dóciles a los designios divinos, han afrontado pruebas y sufrimientos, persecuciones y martirio. Han perseverado en su entrega, vienen de la gran tribulación y sus nombres están escritos en el libro de la Vida (cf. Ap 20, 12); su morada eterna es el Paraíso, la unión eterna y feliz con Dios.

Los santos son un estímulo a seguir el mismo camino y experimentar la alegría de quien se fía de Dios. Porque la única verdadera causa de tristeza e infelicidad para el hombre es vivir lejos de Dios. La santidad exige un esfuerzo constante, pero es posible a todos, porque, más que obra del hombre, es ante todo don de Dios. Dios nos ha amado primero y en Jesús nos ha hecho sus hijos adoptivos. Respondamos al amor del Padre celestial con una vida de hijos agradecidos. Acojamos su vida, su gracia y su amor con amor. Seamos santos. Y esto nos impulsará a amar también a nuestros hermanos.

Con mi afecto y bendición,
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las cifras que nadie nos da sobre la Iglesia católica

La Iglesia está sufriendo un enorme ataque desde el Ejecutivo y las organizaciones que rodean al PSOE. Pero nos ocultan algunas cifras que son dignas de conocer y tener en cuenta. La Iglesia católica tiene en España:

5.141 centros de enseñanza; 990.774 alumnos. (Ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año).

107 hospitales. (Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año).

1.004 centros diversos, entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de SIDA; un total de 51.312 camas. (Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año).

Gasto de Cáritas al año: 155 millones de euros (salidos del bolsillo de los cristianos españoles).

Gasto de Manos Unidas contra el Hambre: 43 millones de euros (del mismo bolsillo).

Gasto de las Obras Misionales (Domund). Ayuda al Tercer Mundo: 21 millones de euros. (¿Imaginan de dónde sale?).

365 Centros de reeducación para marginados sociales: ex-prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos; 53.140 personas. (Ahorran al Estado, medio millón de euros por centro).

937 orfanatos; 10.835 niños abandonados. (Ahorran al Estado 100.000 euros por centro).

El 80 % del gasto de conservación y mantenimiento del Patrimonio histórico-artístico. (Se ha calculado un ahorro aproximado al Estado de entre 32.000 y 36.000 millones de euros al año).

La presión de la diócesis logra que las Capuchinas devuelvan los restos de sor Isabel



Los restos mortales de la única beata de Castellón, sor Isabel Calduch, volverán a la capital de la Plana, concretamente a la capilla de Núñez de Arce, en la próxima semana, después de que las monjas Capuchinas que se trasladaron desde la capital de la Plana hasta el convento de las Clarisas Capuchinas de Barbastro (Huesca), llevándose los huesos con ellas, hayan dado marcha atrás en sus intenciones.

De este modo, las religiosas han cedido a la presión procedente tanto de la
diócesis de Segorbe-Castellón como del Ayuntamiento de la ciudad, que denunciaban que el traslado de los restos mortales de sor Isabel tenía que ser autorizado por el Vaticano.

El portavoz de la diócesis,
Miguel Simón, transmitió el profunfo malestar del organismo al que representa por la acción emprendida por las Capuchinas. «Desconocíamos este hecho. Nos hemos enterado por la prensa», denunciaba el portavoz del Obispado, quien a renglón seguido recordaba que «una vez iniciado el proceso de fusión entre los monasterios de Castellón y Barbastro, y hasta que la Santa Sede dé su visto bueno, se debe observar lo establecido en el Código de Derecho Canónico».

Fuente: periodistadigital.com