Divina Misericordia

miércoles, 28 de abril de 2010

Alejandro Chirino en nombre de Senderos y Huellas agradece la ayuda de Cáritas al colectivo inmigrante

El dirigente de la Asociación de Inmigrantes Senderos y Huellas, Alejandro Chirino, estuvo presente en la Santa Catedral de Segorbe para orar ante el Altísimo y agradecer a la Iglesia los servicios a favor de estos hermanos nuestros: casas de acogida para niños inmigrantes, centros de orientación y asesoramiento, espacios de encuentro e integración, alimentos etc.

Chirino agradeció los esfuerzos de las comunidades parroquiales de la provincia de Castellón, mostrándose satisfecho de todo lo logrado y apostó por fortalecer los vínculos con Caritas así como el compromiso cristiano de los inmigrantes con las parroquias castellonenses de la diócesis, pues todos formamos una familia, la familia de Dios, finalizó.

Redacción/El Informal Segorbino/L.J.S.D.

Los obispos ven la inmigración como una oportunidad para la Iglesia y la sociedad

En el VIII Congreso sobre las migraciones del Consejo De Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), celebrado en Málaga, se destacó la importancia de 'cambiar el chip' cuando se perciben "algunas alarmas" en torno al a inmigración.

La
Conferencia Episcopal Española (CEE) manifestó hoy, en el marco de la presentación en Madrid del VIII Congreso sobre las migraciones del Consejo De Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y que comienza en Málaga, que la inmigración "no es un problema, una amenza o una invasión, sino una oportunidad para la Iglesia y para la sociedad".

Además, reiteró -con palabras del director del Secretariado de la Comisión Episcopal para las Migraciones de la CEE, el jesuita
José Luis Pinilla- la importancia de "cambiar el chip" cuando se perciben "algunas alarmas" en torno al a inmigración".

En su opinión, la movilidad en la actualidad
"es una oportunidad", ya que "mejora la libertad y la vida de las personas" y, de este modo, dijo que las migraciones "nunca serán evitables con barreras".

Con todo, el
padre Pinilla recalcó la importancia que la Iglesia da a la hospitalidad y a la acogida, aunque "ésta pueda ser recortada adminisrativamente". Así, lamentó que exista una tendencia a "excluir y criminalizar la inmigración", al tiempo que insistió en la necesidad de una triple acción: en los países de origen, en los de tránsito y en los de acogida.

"Con un modelo de sociedad excluyente, perdemos todos", sentenció.

Por su parte, el obispo de Sigüenza-Guadalajara y presidente de la citada comisión episcopal y de la Comisión de Migración del CCEE,
monseñor José Sánchez, afirmó que en el congreso de Málaga se tratará de dar respuesta al fenómeno de la inmigración siempre desde el punto de vista del ser humano.

En cualquier caso, y a pesar de que la Iglesia viene realizando una importante labor en este campo, Sánchez reiteró que
"se puede hacer más" y lamentó que la crisis económica ha afectado en mayor medida a los inmigrantes, por poseer "los trabajos de menor cualificación". "Han crecido las demandas de ayuda", dijo.

En la presentación del evento también participó el secretario general de la CCEE, el
padre Duarte da Cunha, dijo que los objetivos fundamentales del congreso son afrontar la realidad del fenómeno migratorio, reforzar la labor de la Iglesia y mantener vínculos entre los actores participantes.

Otro de los presentes fue el secretario de la Comisión de Migraciones del CCEE, Hans Vöcking.

El congreso sobre migraciones comenzará esta tarde con una celebración eucarística presidida por el obispo de Málaga,
monseñor Jesús Estebán Catalá. Posteriormente, y tras los saludos institucionales, monseñor José Sánchez presentará los objetivos del congreso.

Fuente: intereconomía.com

lunes, 26 de abril de 2010

Peregrinación diocesana de sacerdotes y seminaristas a Ars presidida por el Sr. Obispo Mons. Casimiro López, Obispo de Segorbe-Castellón

Mons. Casimiro López, Obispo de Segorbe-Castellón, inicia hoy lunes junto con casi cuarenta sacerdotes y seminaristas diocesanos una peregrinación a la ciudad francesa de Ars. El motivo es la celebración del Año Sacerdotal que el Papa Benedicto XVI ha proclamado para celebrar el 150º aniversario del fallecimiento de San Juan María Vianney, “verdadero ejemplo de pastor al servicio del rebaño de Cristo”, Santo Patrón de todos los párrocos del mundo. El Año Sacerdotal inició el pasado 19 de junio de 2009, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús -jornada tradicionalmente dedicada a la oración por la santificación del clero- y concluirá en la misma solemnidad de 2010. Como ha dicho nuestro Obispo D. Casimiro este Año Sacerdotal ofrece a los sacerdotes “la inigualable oportunidad de una renovación interior para vivir con alegría y con esperanza la propia identidad y ministerio en estos tiempos recios, para caminar con determinación hacia la santidad, para fortalecer los lazos de la fraternidad en el propio presbiterio y para acrecentar la relación humana y ministerial entre el Obispo y los sacerdotes, que surge del sacramento del Orden”. Con este tono marcadamente de peregrinaje personal y diocesano, todos los sacerdotes que participarán están invitados a la reflexión y la meditación personal. Desde el lunes 26 hasta el jueves 29, los sacerdotes visitarán y evocarán la figura del Santo Cura de Ars, y estarán además en Paray-Le-Monial y en Lyón. Además de visitar la Catedral celebrarán la Eucaristía en Notre Dame de Fourvière, santuario mariano muy querido por San Juan María Vianney y sus feligreses.

Fuente: notasdeprensacv.es

miércoles, 21 de abril de 2010

Mons. Juan del Río en el funeral por los militares españoles muertos en Haití: “Fueron trigo de solidaridad en la pobreza”

“Fueron trigo de solidaridad en la pobreza de Haití” Ofrecemos el texto íntegro de la homilía pronunciada por el arzobispo castrense, Juan del Río, en el funeral de los militares muertos en el accidente de Haití. Sus nombres, afirmó, están escritos en nuestros corazones: Luis Fernando Torija Sagospe, Comandante de Intendencia; Francisco Forne Calderon, Teniente de Infantería de Marina; Manuel Dormido Garrosa, Alférez de Navío; Eusebio Villatoro Costa, Cabo Mayor de Infantería de Marina, han sido como “granos de trigos que caen en la tierra” y serán semilla de nobleza, generosidad y solidaridad para vosotros familiares, para la Armada y para España”.

1. “Fueron trigo de solidaridad en la pobreza de Haití” Sí, ellos partieron con la ilusión de ayudar a un pueblo devastado por las funestas consecuencias del terremoto. Sin embargo, Haití lleva en sus entrañas un seísmo mucho peor, su extrema pobreza. Numerosos han sido los gestos de solidaridad internacional que llegaron hasta allí y que aun siguen llegando. España se hizo presente de muchas maneras, pero la ayuda que nos representa a todos es la presencia de nuestras Fuerzas Armadas con el buque de asalto anfibio “Castilla” con 450 militares, que durante estos meses están trabajando incansablemente por la reconstrucción del país. En esa hermosa tarea, para que un pueblo recupere su dignidad, estos marinos españoles, perdieron sus vidas en un trágico accidente. Sus nombres están escritos en nuestros corazones: Luis Fernando Torija Sagospe, Comandante de Intendencia; Francisco Forne Calderon, Teniente de Infantería de Marina; Manuel Dormido Garrosa, Alférez de Navío; Eusebio Villatoro Costa, Cabo Mayor de Infantería de Marina, han sido como “granos de trigos que caen en la tierra” y serán semilla de nobleza, generosidad y solidaridad para vosotros familiares, para la Armada y para España.

2. “Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor”. Toda persona a lo largo de su vida tiene que enfrentarse con la experiencia inevitable de la muerte de los seres queridos y de su propia muerte. De ahí, que ante ese acontecimiento irremediable surgen una cascada de interrogantes: ¿Qué sentido tiene lo sucedido, hombres que sembraban el bien terminen pagando con su propia vida? ¿Dónde estuviste tú, Señor, en aquellos instantes? Pues bien, no estamos ante un problema sectorial, sino global, no es una cuestión marginal encontrar sentido a la muerte, sino que es capital para seguir viviendo. Decía el pensador francés Jean Guittón que “ante la muerte sólo caben dos actitudes, o la desesperación por lo inexplicable o sumergirse en el silencio del misterio. Parece que esta segunda alternativa va más con la razón humana”. Así pues, queridos familiares, no tenemos fórmulas mágicas para devolveros a vuestros seres queridos, sólo nos queda a los creyentes saber esperar en silencio. ¡Dios no disfruta con nuestro sufrimiento! Él nunca nos abandona, aunque en estos instantes no lo comprendáis. Traed a vuestra memoria todo lo bueno y bello que vivisteis con vuestros seres queridos y veréis como sentiréis la suave brisa de que “la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión” Sabed que no estáis solos y menos en estos momentos donde todos los presentes os estamos diciendo: “animo, sed fuertes”. Como vuestro Arzobispo os digo: “¡Dios estaba allí, como está ahora aquí! Los designios de los misterios divinos son inescrutables para los mortales. Sólo la esperanza eleva nuestro corazón y purifica la mente de la desesperación, porque sabemos que mientras hay dolor y muerte, lloran los hombres y llora Dios con ellos”.

3. El cristianismo no ha negado nunca el dolor ni la muerte, sino que ha preparado a los hombres para pasar por esos trances como lo hizo Jesus de Nazaret, con amor y libertad (cf. Jn10,18;15,13). Desde ese preciso momento la muerte ha cambiado de sentido y así el “ser-para-la muerte” que parecía que estaba condenado el hombre se vuelve desde Cristo, Muerto y Resucitado en un “ser-para-la-vida”. Pues bien, nuestros hermanos fallecidos fueron trigos de solidaridad porque amaron, con el riesgo de sus propias vidas, los nobles valores que hacen grande a sus familias, a la Armada, a España, a la Humanidad. Ellos darán frutos y serán glorificados en el corazón de sus padres, esposas, hijos y demás familiares. Porque sus muertes no son un final, si no un tránsito; no son un término, si no una Pascua. De esta manera la muerte ha dejado de ser la última palabra de la realidad y de la historia. Es por eso que os invito a proclamar con la Iglesia en este tiempo Pascual:

La muerte, en huida,
ya va malherida.
Los sepulcros se quedan desiertos.
Decid a los muertos:
¡Renace la Vida,
y la muerte ya va de vencida!

Que la “Estrella de los mares” la Virgen del Carmen, interceda por ellos ante su Hijo Jesucristo, para que libres de sus culpas, reciban el premio por lo que lucharon y amaron, a fin de que puedan participar eternamente del descanso y de la paz de los justos.

† Juan del Río Martín
Arzobispo Castrense de España

Fuente: agenciasic.es

domingo, 18 de abril de 2010

El obispo de Segorbe-Castellón recuerda que la Iglesia católica es la institución que más lucha contra los abusos sexuales de menores

El obispo de Segorbe-Castellón titula su carta dominical "¡Gracias, Santo Padre!". En ella, monseñor Casimiro López Llorente destaca que "la Iglesia católica es la institución que ha decidido librar la batalla más clara contra los abusos sexuales de menores, comenzando desde dentro". Y añade que "ha sido precisamente Benedicto XVI quien ha dado un impulso decisivo a dicha lucha".

Desde hace un tiempo están apareciendo en los medios casos de abusos sexuales de menores perpetrados por algunos sacerdotes. Permitidme que mi carta-reflexión de hoy verse sobre esta cuestión delicada, con el propósito de ayudar a su justa valoración

Es innegable que se han dado estos hechos. Para que no quede duda alguna, antes de nada hay que expresar nuestra condena sin reservas de estos gravísimos delitos, que son más graves y execra bles por haber sido cometidos por personas en las que los fieles y, particularmente, los niños ponen una confianza especial. A la condena de los delitos se une nuestra petición de perdón a las víctimas y de su justa compensación. Asimismo deber ser alejado del ministerio aquel de quien conste que se ha manchado con esta infamia, quien deberá someterse al debido tratamiento médico. Junto al justo proceso canónico, la Iglesia colaborará con las autoridades civiles.

Un solo caso de abuso por parte de un sacerdote sería inaceptable y sería motivo de profundo dolor por la víctima, por la infidelidad del sacerdote a su ministerio y por el debilitamiento de la misma Iglesia, llamada a ser santa. Sin embargo, en contra de lo que parecería no es la Iglesia católica la institución en la que con más frecuencia se da este tipo de abusos; el porcentaje de casos es tan reducido como para poner bajo sospecha poco menos que a todos los sacerdotes. Aunque esto redimensiona cuantitativamente el fenómeno, no atenúa de ningún modo su condena ni la lucha por extirparlo: el sacerdocio exige que accedan a él sólo personas humana y espiritualmente maduras, y el orden y el ministerio recibidos piden que los sacerdotes vivan con gozo el don hermoso del celibato y con plena fidelidad su promesa de castidad perfecta por el Reino de los cielos, como ocurre en la mayoría de los casos.

También hay quien imputa al celibato de los sacerdotes católicos la causa de los comportamientos desviados. No es cierto: está probado que no existe ningún nexo de causalidad entre celibato y abusos sexuales de menores. La estadística muestra que estos abusos son más frecuentes entre laicos y casados que entre el clero célibe; y los datos de las investigaciones muestran que los sacerdotes culpables ya no observaban el celibato.

La Iglesia católica -pese a la imagen deformada con que es presentada- es la institución que ha decidido librar la batalla más clara contra los abusos sexuales de menores, comen zando desde dentro. Pese a todo y contra toda verdad se ataca con ensañamiento y virulencia despiadados al Papa, Benedicto XVI, tachándole de encubridor y consentidor o de no pedir perdón a las víctimas; y la misma Iglesia es presentada por algunos como un ‘club de pederastas”. Nada más lejos de la realidad.

Ha sido precisamente Benedicto XVI quien ha dado un impulso decisivo a dicha lu cha, ya como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe. Como tal favoreció una reforma, también legislativa, más rigurosa en esa ma teria. Y ahora, como Pastor supremo de la Iglesia, busca la purificación de la Iglesia y siempre ha pedido y pide transparencia, firmeza y severidad en estos casos.

Por todo desde aquí le decimos: Gracias, Santo Padre. Cuente con la plena adhesión de nuestra Iglesia diocesana y con nuestra oración para que Dios que, en su dolor, le conceda paz ante tantas difamaciones a que se ve sometido.

Con mi afecto y bendición,

Casimiro López Llorente

Fuente: cope.es

domingo, 11 de abril de 2010

El obispo de Segorbe-Castellón convoca a los fieles a participar en la peregrinación a la Basílica de San Pascual de Vila-real

El obispo de Segorbe-Castellón titula su carta dominical "Haciendo Iglesia Diocesana". En ella, monseñor Casimiro López Llorente destaca que "conscientes del lugar central de la Eucaristía para la vida y misión de nuestra Iglesia, participemos y pidamos a Dios que como San Pascual no nos apartemos de este Sacramento".

Queridos diocesanos:

Con motivo del 50º Aniversario de la configuración actual de nuestra Diócesis, el próximo día 17 de abril peregrinaremos como Iglesia diocesana a la Basílica de San Pascual Baylón en Vila-real. San Pascual es el patrono de nuestra Diócesis. Ante sus restos, celebrando la Eucaristía, presidida por el Obispo, queremos dar gracias a Dios y, sobre todo, orar para que, siguiendo su ejemplo de profundo amor al sacramento del altar, Dios nos conceda la gracia de progresar en el amor y la unidad para ser una Iglesia viva y evangelizadora.

San Pascual es un santo que se caracteriza por su gran amor a Jesucristo en la Eucaristía. En el Sacramento de la Eucaristía celebramos la presencia eminente de Cristo en la Iglesia. El Hijo eterno de Dios, enviado por el Padre para que vivamos por medio de Él, en la última cena tomó el pan, lo dio a los apóstoles y les dijo: "Tomad y comed esto es mi cuerpo"; y lo mismo hizo con la copa: "Este es el cáliz de mi sangre para el perdón de los pecados". Y después les dijo: "Haced esto en memoria mía". En la Eucaristía, Jesucristo se queda con nosotros, está entre nosotros, como amigo y como alimento, como presencia de Dios que llena toda nuestra vida, como fuente inagotable de amor y de unidad, de comunión y de misión.

La Eucaristía expresa y crea unidad. Como el pan eucarístico es fruto de muchos granos de trigo que, molidos, forman una sola cosa; y como el vino es fruto de muchos racimos de uva que, prensados, forman una sola cosa, así los que participamos de la Eucaristía, formamos un solo cuerpo, una sola familia. Siendo muchos somos y debemos ser un solo corazón y una sola alma.

La Eucaristía es signo eficaz de unidad, de un lado, de la Iglesia, cuya unidad se significa y se construye en la Eucaristía; y, por otro lado, de cuantos participamos en ella. Traicionaríamos el sentido más profundo de la Eucaristía si no fuera fuente de unión y de unidad. Eucaristía y división entre personas no es comprensible. Eucaristía y comunidades cerradas se excluyen mutuamente. La Eucaristía nos hace un solo pueblo en el que no cuenta ser hombre o mujer, joven o adulto, rico o pobre. Lo que cuenta son los efectos de la misma: crear una sola familia en la que reina siempre el amor y el perdón, la acogida y la misericordia entrañable.

Nuestra Iglesia Diocesana se nutre de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía, que es la fuente y la cima de su vida y de su misión. Y lo es de la Iglesia misma, de toda comunidad eclesial y de todo cristiano. Benedicto XVI nos ha recordado que de la comunión plena con Cristo resucitado, presente en la Eucaristía, brota cada uno de los elementos de la vida de la Iglesia: la comunión entre todos los fieles, el compromiso de anuncio y testimonio del Evangelio, el ardor de la caridad hacia todos, especialmente hacia los pobres y los pequeños.

Conscientes del lugar central de la Eucaristía para la vida y misión de nuestra Iglesia, participemos en esta peregrinación y pidamos a Dios que como San Pascual no nos apartemos de este Sacramento. Cristo se ha quedado en la Eucaristía para que le comamos, para unirse con nosotros, para crear unidad entre nosotros, Iglesia del Señor, y para enviarnos a anunciar y vivir el amor mismo de Dios. Os espero en Vila-real.

Con mi afecto y bendición,

Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón

lunes, 5 de abril de 2010

El obispo de Segorbe-Castellón recuerda que la Resurrección de Cristo es "el fundamento de nuestra fe"

El obispo de Segorbe-Castellón titula su carta dominical "¡Cristo vive! ¡Ha resucitado!". En ella, monseñor Casimiro López Llorente recuerda que "La Resurrección gloriosa del Señor es la clave para interpretar toda su vida y el fundamento de nuestra fe".

“Este es el Día en que actuó el Señor”. Así canta gozosa la Iglesia en la Pascua de Resurrección. Es un día de triunfo y de gloria, el Día que hizo el Señor, el Día por antonomasia de los cristianos, “la fiesta de las fiestas”, porque es el Señor ha resucitado.

¡Cristo vive! Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado. Ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. Jesús no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel; Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos.

La Resurrección gloriosa del Señor es la clave para interpretar toda su vida, y el fundamento de nuestra fe. Sin esa victoria sobre la muerte, dice San Pablo, toda predicación sería inútil, y nuestra fe estaría vacía de contenido. La Resurrección de Cristo es tan importante que los Apóstoles son, ante todo, testigos de la Resurrección. Anuncian que Cristo vive, y este es el núcleo de toda su predicación. Esto es lo que, después de veinte siglos, nosotros anunciamos al mundo: ¡Cristo vive!

Después de resucitar por su propia virtud, Jesús glorioso fue visto por los discípulos, que pudieron cerciorarse de que era Él mismo: pudieron hablar con Él, le vieron comer, comprobaron las heridas de los clavos y de la lanza. Los Apóstoles declaran que se manifestó con numerosas pruebas, y muchos de estos hombres murieron testificando esta verdad. La Resurrección de Jesús, no tuvo otro testigo que el silencio de la noche pascual. Ninguno de los evangelistas describe la Resurrección misma, sino solamente lo que pasó después. El hecho de la Resurrección misma no fue visto por nadie, ni pudo serlo. La Resurrección fue un acontecimiento que sobrepasa las dimensiones del tiempo y del espacio. No se puede constatar por los sentidos de nuestro cuerpo mortal, ya que no fue un simple levantarse de la tumba para seguir viviendo como antes. La Resurrección es el paso a otra forma de vida, a la Vida gloriosa.

Jesús, al resucitar de entre los muertos, no ascendió inmediatamente al cielo. Si lo hubiera hecho, los escépticos que no creían en la Resurrección, hubieran resultado más difíciles de convencer. El Señor decidió permanecer cuarenta días en la tierra. Durante este tiempo se apareció a María Magdalena, a los discípulos camino de Emaús y, varias veces, a sus Apóstoles. El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho.

Con la Muerte y la Resurrección del Señor hemos sido rescatados del pecado, del poder del demonio y de la muerte eterna. La alegría profunda de este día tiene su origen en Cristo, en el amor que Dios nos tiene y en nuestra correspondencia con ese amor. Se cumple aquella promesa del Señor: Yo les daré una alegría que nadie les podrá quitar. La única condición que nos pone es no separarnos nunca del Padre, no dejar nunca que las cosas nos separen de Él; experimentar en todo momento que somos hijos suyos. Feliz Pascua de Resurrección.


Con mi afecto y bendición,
Casimiro López Llorente

RESURRECCIÓN-VIERNES Y JUEVES SANTO A TRAVÉS DE IMÁGENES