Monseñor Casimiro López destaca que “siguen abiertas” cuestiones como la EpC, la educación sexual o la asignatura de Religión.
REDACCIÓN HO.- En su carta pastoral de esta semana, titulada Una oportunidad perdida, monseñor Casimiro López, obispo de Segorbe-Castellón y presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, aborda la cuestión del fracasado intento de lograr un pacto educativo.
Por su interés, la transcribimos en su integridad.
Una oportunidad perdida
Castellón, 23 de mayo de 2010
Queridos diocesanos:
Ya desde hace años y desde distintas instancias se venía pidiendo un pacto de Estado sobre la educación, que pusiera freno a los permanentes cambios legislativos, que diera al sistema educativo español la necesaria estabilidad legislativa y que favoreciera la calidad de la enseñanza. Los Obispos hemos pedido repetida e insistentemente un pacto escolar de Estado.
Además el pacto educativo era y es necesario y urgente ante la alarmante situación de la educación en España. Valga citar, entre otros, el bajo nivel de la educación en comparación con otros países, la deficiente o nula educación en valores como la responsabilidad, el esfuerzo o la disciplina, así como el alto porcentaje de abandono escolar, la lamentable pérdida de la autoridad de maestros y profesores o la fragmentación territorial en el sistema escolar. También en España sufrimos una ‘emergencia educativa’, en palabras de Benedicto XVI.
El actual Sr. Ministro de Educación llegó al cargo con el objetivo claro de lograr un pacto. Después de meses de conversaciones y negociaciones al día de hoy podemos afirmar que no habrá el tan necesario pacto social y político de Estado por la educación en el que, junto con las autoridades del Estado y los partidos políticos, se hallen presentes todos los sectores sociales implicados: profesores, padres de alumnos y titulares de instituciones educativas y la misma Iglesia. Sin querer buscar culpables, sí podemos decir que se ha perdido una gran oportunidad y ello irá en detrimento de la educación de la juventud, tan esencial para el bien de las personas y para el bien común.
Cierto que la ultima propuesta del Ministerio de Educación contiene elementos positivos, como son la referencia al marco establecido por la Constitución (art. 27) como base fundamental y obligada del sistema educativo, la necesidad de vertebrar el sistema educativo o de recuperar la cultura del esfuerzo y del trabajo, o que el sistema educativo esté basado en los principios de equidad y excelencia. Es igualmente positivo que se recuperen y establezcan objetivos y propuestas concretas para la convivencia y la educación en valores.
No obstante son varias las cuestiones que siguen abiertas y que habrá que abordar en el futuro si se quiere entrar al fondo del problema de la educación en España. Creemos que, en la propuesta ministerial, no son garantizados o no quedan suficientemente desarrollados los principios del art. 27 de la Constitución. Cabe citar el objetivo de educación – ‘el pleno desarrollo de la personalidad humana’-, el derecho a la libertad de enseñanza que comprende el derecho a la creación de centros de enseñanza, la libertad de los profesores en su ejercicio y el derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos, y su reconocimiento como titulares y responsables originarios de su educación.
Tampoco queda garantizado el derecho a la formación religiosa y moral de acuerdo con las propias convicciones de los padres o de los alumnos que debe llevar a la revisión de los contenidos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y de la educación afectiva-sexual prevista. Así mismo deberá garantizarse la enseñanza de la religión y moral católica según el Acuerdo con la Santa Sede y acometer la solución de los problemas pendientes al respecto.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
REDACCIÓN HO.- En su carta pastoral de esta semana, titulada Una oportunidad perdida, monseñor Casimiro López, obispo de Segorbe-Castellón y presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza, aborda la cuestión del fracasado intento de lograr un pacto educativo.
Por su interés, la transcribimos en su integridad.
Una oportunidad perdida
Castellón, 23 de mayo de 2010
Queridos diocesanos:
Ya desde hace años y desde distintas instancias se venía pidiendo un pacto de Estado sobre la educación, que pusiera freno a los permanentes cambios legislativos, que diera al sistema educativo español la necesaria estabilidad legislativa y que favoreciera la calidad de la enseñanza. Los Obispos hemos pedido repetida e insistentemente un pacto escolar de Estado.
Además el pacto educativo era y es necesario y urgente ante la alarmante situación de la educación en España. Valga citar, entre otros, el bajo nivel de la educación en comparación con otros países, la deficiente o nula educación en valores como la responsabilidad, el esfuerzo o la disciplina, así como el alto porcentaje de abandono escolar, la lamentable pérdida de la autoridad de maestros y profesores o la fragmentación territorial en el sistema escolar. También en España sufrimos una ‘emergencia educativa’, en palabras de Benedicto XVI.
El actual Sr. Ministro de Educación llegó al cargo con el objetivo claro de lograr un pacto. Después de meses de conversaciones y negociaciones al día de hoy podemos afirmar que no habrá el tan necesario pacto social y político de Estado por la educación en el que, junto con las autoridades del Estado y los partidos políticos, se hallen presentes todos los sectores sociales implicados: profesores, padres de alumnos y titulares de instituciones educativas y la misma Iglesia. Sin querer buscar culpables, sí podemos decir que se ha perdido una gran oportunidad y ello irá en detrimento de la educación de la juventud, tan esencial para el bien de las personas y para el bien común.
Cierto que la ultima propuesta del Ministerio de Educación contiene elementos positivos, como son la referencia al marco establecido por la Constitución (art. 27) como base fundamental y obligada del sistema educativo, la necesidad de vertebrar el sistema educativo o de recuperar la cultura del esfuerzo y del trabajo, o que el sistema educativo esté basado en los principios de equidad y excelencia. Es igualmente positivo que se recuperen y establezcan objetivos y propuestas concretas para la convivencia y la educación en valores.
No obstante son varias las cuestiones que siguen abiertas y que habrá que abordar en el futuro si se quiere entrar al fondo del problema de la educación en España. Creemos que, en la propuesta ministerial, no son garantizados o no quedan suficientemente desarrollados los principios del art. 27 de la Constitución. Cabe citar el objetivo de educación – ‘el pleno desarrollo de la personalidad humana’-, el derecho a la libertad de enseñanza que comprende el derecho a la creación de centros de enseñanza, la libertad de los profesores en su ejercicio y el derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos, y su reconocimiento como titulares y responsables originarios de su educación.
Tampoco queda garantizado el derecho a la formación religiosa y moral de acuerdo con las propias convicciones de los padres o de los alumnos que debe llevar a la revisión de los contenidos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y de la educación afectiva-sexual prevista. Así mismo deberá garantizarse la enseñanza de la religión y moral católica según el Acuerdo con la Santa Sede y acometer la solución de los problemas pendientes al respecto.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
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