Nadie dudará que nuestra Iglesia, para realizar la misión que Jesucristo le ha confiado, necesita de la colaboración de todos sus miembros, también de la económica. Sin medios materiales y económicos, la Iglesia no puede llevar a cabo el anuncio del Evangelio, la catequesis, la formación de cristianos adultos, la remuneración de los sacerdotes, la atención pastoral de las parroquias, las obras asistenciales y caritativas, la conservación del patrimonio, el arreglo y construcción de templos y tantas otras cosas. En mi visita pastoral a vuestras comunidades parroquiales me habéis plateado vuestras necesidades económicas, además de las pastorales; y, en bastantes casos, me habéis pedido ayuda para arreglar vuestras iglesias, para atender a los mayores o para otras necesidades. Sabéis bien, porque así os lo he explicado, que nuestros medios económicos son muy escasos. Solo con la implicación generosa de todos los fieles y el reparto equitativo de los bienes es posible atender a las necesidades de todos. Siempre ha sido así; nuestra Iglesia se ha financiado fundamentalmente con la aportación de sus fieles.
Hoy os recuerdo que hace unos días ha comenzado el periodo de la declaración de la renta. En ella se nos ofrece la posibilidad de contribuir a la financiación de nuestra Iglesia Católica marcando con una X la casilla correspondiente a la Iglesia católica. De esta forma el 0,7% de nuestros impuestos se asignarán a la Iglesia católica. Al poner la X no se paga más, si la declaración es positiva; y, si es negativa, tampoco se percibe menos en la devolución. Nos hemos de preocupar personalmente de poner la X o, si nos hacen la declaración de la renta nuestros asesores fiscales, banco o caja, nos hemos de asegurar de que se ponga la X. Es un modo de implicarnos con nuestra Iglesia diocesana y de ayudar a nuestras parroquias, a nuestras cáritas y a tantas otras obras en bien de todos.
La economía de nuestra Iglesia se caracteriza por la austeridad; y pese a ello no podemos llegar a cubrir las necesidades de obras de restauración, de nuevos templos o de otros servicios pastorales. Muchas cosas tienen que esperar. Nuestra economía depende de todos y cada uno de nosotros; cuanto más se reciba, más se podrá dar. Nuestra Iglesia lo recibe para cumplir su misión. H
Hoy os recuerdo que hace unos días ha comenzado el periodo de la declaración de la renta. En ella se nos ofrece la posibilidad de contribuir a la financiación de nuestra Iglesia Católica marcando con una X la casilla correspondiente a la Iglesia católica. De esta forma el 0,7% de nuestros impuestos se asignarán a la Iglesia católica. Al poner la X no se paga más, si la declaración es positiva; y, si es negativa, tampoco se percibe menos en la devolución. Nos hemos de preocupar personalmente de poner la X o, si nos hacen la declaración de la renta nuestros asesores fiscales, banco o caja, nos hemos de asegurar de que se ponga la X. Es un modo de implicarnos con nuestra Iglesia diocesana y de ayudar a nuestras parroquias, a nuestras cáritas y a tantas otras obras en bien de todos.
La economía de nuestra Iglesia se caracteriza por la austeridad; y pese a ello no podemos llegar a cubrir las necesidades de obras de restauración, de nuevos templos o de otros servicios pastorales. Muchas cosas tienen que esperar. Nuestra economía depende de todos y cada uno de nosotros; cuanto más se reciba, más se podrá dar. Nuestra Iglesia lo recibe para cumplir su misión. H
Compromiso con tu Iglesia ( El Periódico Mediterráneo - 02/05/2010 )
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