El intento de matar a Dios, de matar el pasado y el recuerdo de “los mejores” ha sido posible también en la Villa de Altura, al doblegarse la Diócesis ante la ignominia política y la llamada Memoria Histórica Republicana que ha exigido a la Iglesia durante 30 años la retirada de los símbolos que caracterizaron el martirio de los creyentes durante la guerra civil española, como consecuencia de una auténtica vergüenza que para los movimientos de izquierda representaba públicamente uno de los genocidios protagonizados por los defensores de la república ante el pueblo español.
Es manifiesto popular, la auténtica canallada de no respetar e intentar mantener en el olvido, el honor de aquellos católicos que ya pertenecen a la historia y a la memoria histórica de los alturanos y castellonenses, que de una forma cobarde y bajo la excusa del deterioro de esta placa, han sido troceados y arrancados a fuerza de picola, para dejar de configurar como parte del patrimonio cultural, artístico y religioso de la Villa de Altura, pero… conste que no importa, pues sus nombres estarán siempre en el Altar de los corazones de este pueblo martirizado durante la guerra.
Se ha cometido un error muy importante, aunque nadie se atreva a denunciarlo y pese a que las encuestas sean favorables a la retirada de ese símbolo católico y cristiano. Quizás algunos deberían de aprender de la actitud noble y honrosa del Obispado de Cuenca al defender a sus hijos asesinados por la chusma política en el periodo más negro de España, les invitamos a leer el COMUNICADO OFICIAL DEL OBISPADO DE CUENCA entorno a la defensa de la CRUZ de los CAIDOS. Pues nuestro obispado incluido su dirección de patrimonio, carece de la suficiente sensibilidad cristiana y democrática para frenar la retirada de nuestros monumentos más emblemáticos en recuerdo a quienes dieron la vida justamente por lo que ellos representan, la Iglesia.
Es manifiesto popular, la auténtica canallada de no respetar e intentar mantener en el olvido, el honor de aquellos católicos que ya pertenecen a la historia y a la memoria histórica de los alturanos y castellonenses, que de una forma cobarde y bajo la excusa del deterioro de esta placa, han sido troceados y arrancados a fuerza de picola, para dejar de configurar como parte del patrimonio cultural, artístico y religioso de la Villa de Altura, pero… conste que no importa, pues sus nombres estarán siempre en el Altar de los corazones de este pueblo martirizado durante la guerra.
Se ha cometido un error muy importante, aunque nadie se atreva a denunciarlo y pese a que las encuestas sean favorables a la retirada de ese símbolo católico y cristiano. Quizás algunos deberían de aprender de la actitud noble y honrosa del Obispado de Cuenca al defender a sus hijos asesinados por la chusma política en el periodo más negro de España, les invitamos a leer el COMUNICADO OFICIAL DEL OBISPADO DE CUENCA entorno a la defensa de la CRUZ de los CAIDOS. Pues nuestro obispado incluido su dirección de patrimonio, carece de la suficiente sensibilidad cristiana y democrática para frenar la retirada de nuestros monumentos más emblemáticos en recuerdo a quienes dieron la vida justamente por lo que ellos representan, la Iglesia.
Artículo de Opinión/JAN
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