El Santo Padre Benedicto XVI ha puesto en marcha una iniciativa muy importante y sin precedentes en la Iglesia: El Papa nos ha convocado a todos los católicos del mundo a celebrar una Vigilia de oración por la vida naciente el próximo sábado 27 de noviembre en las Vísperas del Adviento. El mismo la celebrará en la Basílica de San Pedro en Roma y nos ha pedido a los Obispos que lo hagamos también en nuestras Diócesis con la implicación de las Parroquias, asociaciones y movimientos.
Nuestra Diócesis se une cordialmente y con total convicción a esta iniciativa de la Iglesia Universal: como vuestro Obispo os convoco a todos a participar en la Vigilia que presidiré en la S.I. Concatedral de Castellón en la fecha indicada. ¡Es lo más importante y urgente que podemos hacer ahora por la vida! Hemos de orar por toda vida humana y en especial por toda vida naciente, respondiendo a la llamada del Papa.
Esta iniciativa del Santo Padre nos dice bien a las claras la suma importancia que tiene el anuncio del Evangelio de la vida en este momento concreto de la historia. La vida humana se ve amenazada hoy a causa de una ‘cultura’ relativista y utilitarista cada vez más extendida, que nos ofusca la razón para descubrir la dignidad propia e inviolable de cada ser humano, cualquiera que sea el estado de su desarrollo. Hemos de ser conscientes de las amenazas que se ciernen sobre la vida naciente como consecuencia de las leyes que permiten el aborto legal e, incluso, se atreven a declararlo, contra toda justicia, como un ‘derecho’. La banalización del aborto desde el poder y desde distintos medios está minando la conciencia moral de muchas personas, especialmente de los más jóvenes. Hay que recordar una vez más que el aborto es moralmente un crimen gravísimo, como nos recordó el Concilio Vaticano II.
Por ello hemos de orar a Dios, único Dueño de la vida, para que convierta los corazones y poco a poco la cultura de la muerte se vaya sustituyendo en nuestra sociedad por la cultura de la vida, que acoja y promueva la vida humana y tutele su dignidad sagrada. En el Adviento nos preparamos para la celebración del Nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho hombre: su Nacimiento es el gran Sí de Dios a la vida humana, a toda vida humana. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Cristo, el Nuevo Adán, a la vez que nos revela el misterio del Padre Dios y de su amor, manifiesta así plenamente quién es el hombre al propio hombre: Cristo nos descubre la sublimidad de la vocación a que está llamado todo ser humano: es creado por Dios por amor y para la Vida.
En la adoración eucarística en la Vigilia agradeceremos al Señor, que con su Nacimiento y con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana e invocaremos su protección sobre cada ser humano llamo a la existencia. Como Iglesia sentimos el deber de dar voz con valentía a quien no tiene voz, de afirmar una vez más con firmeza el valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, de hacer una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! (cf. EV 5).
La Vigilia de oración por la vida humana naciente será un grito, que se eleva a Dios Padre, dador de todo bien, con el fin de que toda vida humana sea respetada, protegida y amada. Os espero a todos.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
Nuestra Diócesis se une cordialmente y con total convicción a esta iniciativa de la Iglesia Universal: como vuestro Obispo os convoco a todos a participar en la Vigilia que presidiré en la S.I. Concatedral de Castellón en la fecha indicada. ¡Es lo más importante y urgente que podemos hacer ahora por la vida! Hemos de orar por toda vida humana y en especial por toda vida naciente, respondiendo a la llamada del Papa.
Esta iniciativa del Santo Padre nos dice bien a las claras la suma importancia que tiene el anuncio del Evangelio de la vida en este momento concreto de la historia. La vida humana se ve amenazada hoy a causa de una ‘cultura’ relativista y utilitarista cada vez más extendida, que nos ofusca la razón para descubrir la dignidad propia e inviolable de cada ser humano, cualquiera que sea el estado de su desarrollo. Hemos de ser conscientes de las amenazas que se ciernen sobre la vida naciente como consecuencia de las leyes que permiten el aborto legal e, incluso, se atreven a declararlo, contra toda justicia, como un ‘derecho’. La banalización del aborto desde el poder y desde distintos medios está minando la conciencia moral de muchas personas, especialmente de los más jóvenes. Hay que recordar una vez más que el aborto es moralmente un crimen gravísimo, como nos recordó el Concilio Vaticano II.
Por ello hemos de orar a Dios, único Dueño de la vida, para que convierta los corazones y poco a poco la cultura de la muerte se vaya sustituyendo en nuestra sociedad por la cultura de la vida, que acoja y promueva la vida humana y tutele su dignidad sagrada. En el Adviento nos preparamos para la celebración del Nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho hombre: su Nacimiento es el gran Sí de Dios a la vida humana, a toda vida humana. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Cristo, el Nuevo Adán, a la vez que nos revela el misterio del Padre Dios y de su amor, manifiesta así plenamente quién es el hombre al propio hombre: Cristo nos descubre la sublimidad de la vocación a que está llamado todo ser humano: es creado por Dios por amor y para la Vida.
En la adoración eucarística en la Vigilia agradeceremos al Señor, que con su Nacimiento y con el don total de sí mismo, ha dado sentido y valor a toda vida humana e invocaremos su protección sobre cada ser humano llamo a la existencia. Como Iglesia sentimos el deber de dar voz con valentía a quien no tiene voz, de afirmar una vez más con firmeza el valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, de hacer una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! (cf. EV 5).
La Vigilia de oración por la vida humana naciente será un grito, que se eleva a Dios Padre, dador de todo bien, con el fin de que toda vida humana sea respetada, protegida y amada. Os espero a todos.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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