*Miles de personas asisten a una ceremonia a la que en tiempos normales no iban más de medio centener
Miles y miles de personas acudieron ayer a la llamada de la fe en el Valle de los Caídos. Nunca se había visto nada igual. No importó el frío (5 grados), ni la lluvia, ni la niebla... Una marabunta humana decidió levantarse pronto de la cama y desplazarse hasta El Escorial para demostrar, con su presencia, su rechazo a la —presunta— intención del Gobierno de cerrar la basílica de Cuelgamuros. La riada de gente cogió por sorpresa a todo el mundo. A Patrimonio, a la Delegación del Gobierno, a Tráfico e, incluso, a la propia comunidad benedictina. No pudo resumirlo mejor un hombre que acudía con su mujer y sus tres hijos, nada más concluir la ceremonia: «Hoy se ha armado aquí la de Dios»...
No hacía falta acercarse mucho a la zona para averiguar que algo grande estaba a punto de ocurrir en el Valle. A falta de media hora para que comenzara la misa, la autovía de la Coruña (A6) protagonizaba retenciones de hasta cinco kilómetros antes de llegar al desvío hacia El Escorial. A medida que pasaba el tiempo, cada vez más vehículos se iban acumulando en la espera. La Guardia Civil avanzaba por el arcén para intentar llegar a la basílica y solucionar el desaguisado cuantos antes.
Fueron muchos los que decidieron dejar sus vehículos mucho antes de llegar a la entrada principal del recinto. Al llegar allí, encima, se encontraron con la sorpresa de que Patrimonio había autorizado la apertura de las puertas de Cuelgamuros para que la misa pudiera celebrarse en la explanada que hay frente a la abadía. Fue entonces cuando se produjo el verdadero peregrinaje, ya que la subida a la basílica es de cinco kilómetros.
Viendo la que se estaba formando, los monjes decidieron aplazar la ceremonia durante casi una hora. Riadas de personas y vehículos comenzaban a poblar los estrechos accesos hasta la cima de Cuelgamuros. La niebla y el frío convertían la ascensión en una aventura casi mística. Al filo de las 11.45 horas el abad echó mano del micrófono y decidió comenzar la ceremonia. «Lo siento, no podemos esperar más. Las autoridades nos dicen que están entrando 2.000 vehículos y que hay 10 kilómetros de atasco en la carretera hacia El Escorial...». Un aplauso espontáneo obligó al monje a interrumpir sus palabras. Segundos después comenzó la misa.
Entrar, solo los domingos
El abad recordó a los feligreses que la explanada acogerá la misa de los domingos a partir de ahora. «Si llueve habrá que hacerla en la zona porticada», comentó. Otra cosa ocurrirá entre semana. La ceremonia, durante los días laborables, se celebrará en el interior de la basílica, pero sólo podrán entrar en ella los monjes del Valle y el coro. Los fieles deberán esperar al domingo para acceder al recinto.
La liturgia de ayer se alargó casi una hora. Se celebró en «absoluta normalidad», como había pedido el abad antes de comenzar. Las familias no dudaron en mostrar su alegría por participar en un acto que tardarán tiempo en olvidar. Sólo pusieron un «pero»: los controles que hizo la Guardia Civil en la entrada al Valle de los Caídos. «Me han obligado a abrirles el maletero para ver si llevaba banderas o pancartas. Me ha resultado indignante, pienso escribirle una carta al director de Patrimonio porque así no se trata a la gente», comentaba una mujer joven que agarraba por el brazo a su madre.
«Eso no se hace»
Una chica que estaba oyendo estas quejas no pudo evitar unirse a la conversación. «A mí también me han obligado a salir del coche. Me he sentido como si fuese una terrorista o una asesina. Eso no se hace. Voy sola con mi perro, ¿qué piensan que puedo hacer?».
Fue el pasado viernes cuando Patrimonio alcanzó un principio de acuerdo con los monjes benedictinos para celebrar la Eucaristía todos los domingos en la explanada. La falta de un entendimiento entre las partes obligó a los monjes a oficiar misa hace una semana a las puertas de entrada del Valle, junto a la carretera hacia El Escorial. La Comunidad Monástica de Padres Benedictinos de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, sin embargo, manifestó el viernes en un un comunicado su «rotundo rechazo» a que las misas de campaña que se celebren fuera de la abadía tengan un «carácter reivindicativo».
En el encuentro con Patrimonio y la Delegación del Gobierno, además, se llegó al acuerdo para que la realización de las obras impliquen el mallado del conjunto escultórico de La Piedad, así como la colocación de una estructura de protección a la entrada de la basílica para garantizar la seguridad de los fieles. Según las mismas fuentes, estas obras tendrán un plazo de ejecución de un mes y medio y van a suponer un coste cercano a los 100.000 euros.
El Ejecutivo central ya ha hecho saber a la abadía que su intención es concluir los trabajos en el Valle el 25 de diciembre. Hasta entonces, los monjes podrán celebrar misa todos los domingos en la explanada. La movilización de ayer deja de manifiesto que un gran número de fieles está dispuesto a movilizarse contra su cierre.
Miles y miles de personas acudieron ayer a la llamada de la fe en el Valle de los Caídos. Nunca se había visto nada igual. No importó el frío (5 grados), ni la lluvia, ni la niebla... Una marabunta humana decidió levantarse pronto de la cama y desplazarse hasta El Escorial para demostrar, con su presencia, su rechazo a la —presunta— intención del Gobierno de cerrar la basílica de Cuelgamuros. La riada de gente cogió por sorpresa a todo el mundo. A Patrimonio, a la Delegación del Gobierno, a Tráfico e, incluso, a la propia comunidad benedictina. No pudo resumirlo mejor un hombre que acudía con su mujer y sus tres hijos, nada más concluir la ceremonia: «Hoy se ha armado aquí la de Dios»...
No hacía falta acercarse mucho a la zona para averiguar que algo grande estaba a punto de ocurrir en el Valle. A falta de media hora para que comenzara la misa, la autovía de la Coruña (A6) protagonizaba retenciones de hasta cinco kilómetros antes de llegar al desvío hacia El Escorial. A medida que pasaba el tiempo, cada vez más vehículos se iban acumulando en la espera. La Guardia Civil avanzaba por el arcén para intentar llegar a la basílica y solucionar el desaguisado cuantos antes.
Fueron muchos los que decidieron dejar sus vehículos mucho antes de llegar a la entrada principal del recinto. Al llegar allí, encima, se encontraron con la sorpresa de que Patrimonio había autorizado la apertura de las puertas de Cuelgamuros para que la misa pudiera celebrarse en la explanada que hay frente a la abadía. Fue entonces cuando se produjo el verdadero peregrinaje, ya que la subida a la basílica es de cinco kilómetros.
Viendo la que se estaba formando, los monjes decidieron aplazar la ceremonia durante casi una hora. Riadas de personas y vehículos comenzaban a poblar los estrechos accesos hasta la cima de Cuelgamuros. La niebla y el frío convertían la ascensión en una aventura casi mística. Al filo de las 11.45 horas el abad echó mano del micrófono y decidió comenzar la ceremonia. «Lo siento, no podemos esperar más. Las autoridades nos dicen que están entrando 2.000 vehículos y que hay 10 kilómetros de atasco en la carretera hacia El Escorial...». Un aplauso espontáneo obligó al monje a interrumpir sus palabras. Segundos después comenzó la misa.
Entrar, solo los domingos
El abad recordó a los feligreses que la explanada acogerá la misa de los domingos a partir de ahora. «Si llueve habrá que hacerla en la zona porticada», comentó. Otra cosa ocurrirá entre semana. La ceremonia, durante los días laborables, se celebrará en el interior de la basílica, pero sólo podrán entrar en ella los monjes del Valle y el coro. Los fieles deberán esperar al domingo para acceder al recinto.
La liturgia de ayer se alargó casi una hora. Se celebró en «absoluta normalidad», como había pedido el abad antes de comenzar. Las familias no dudaron en mostrar su alegría por participar en un acto que tardarán tiempo en olvidar. Sólo pusieron un «pero»: los controles que hizo la Guardia Civil en la entrada al Valle de los Caídos. «Me han obligado a abrirles el maletero para ver si llevaba banderas o pancartas. Me ha resultado indignante, pienso escribirle una carta al director de Patrimonio porque así no se trata a la gente», comentaba una mujer joven que agarraba por el brazo a su madre.
«Eso no se hace»
Una chica que estaba oyendo estas quejas no pudo evitar unirse a la conversación. «A mí también me han obligado a salir del coche. Me he sentido como si fuese una terrorista o una asesina. Eso no se hace. Voy sola con mi perro, ¿qué piensan que puedo hacer?».
Fue el pasado viernes cuando Patrimonio alcanzó un principio de acuerdo con los monjes benedictinos para celebrar la Eucaristía todos los domingos en la explanada. La falta de un entendimiento entre las partes obligó a los monjes a oficiar misa hace una semana a las puertas de entrada del Valle, junto a la carretera hacia El Escorial. La Comunidad Monástica de Padres Benedictinos de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, sin embargo, manifestó el viernes en un un comunicado su «rotundo rechazo» a que las misas de campaña que se celebren fuera de la abadía tengan un «carácter reivindicativo».
En el encuentro con Patrimonio y la Delegación del Gobierno, además, se llegó al acuerdo para que la realización de las obras impliquen el mallado del conjunto escultórico de La Piedad, así como la colocación de una estructura de protección a la entrada de la basílica para garantizar la seguridad de los fieles. Según las mismas fuentes, estas obras tendrán un plazo de ejecución de un mes y medio y van a suponer un coste cercano a los 100.000 euros.
El Ejecutivo central ya ha hecho saber a la abadía que su intención es concluir los trabajos en el Valle el 25 de diciembre. Hasta entonces, los monjes podrán celebrar misa todos los domingos en la explanada. La movilización de ayer deja de manifiesto que un gran número de fieles está dispuesto a movilizarse contra su cierre.
Fuente: abc.es
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