Queridos diocesanos:
El domingo 27 de junio, dos días antes de festividad de San Pedro y San Pablo por ser el día 29 laborable en nuestra comunidad autónoma, celebramos el Día del Papa y la colecta llamada desde los primeros siglos Óbolo de San Pedro. En esta Jornada estamos invitados a meditar en el ministerio del Sucesor de Pedro, a orar por él y a contribuir con nuestros donativos a su misión evangelizadora y de caridad.
El ministerio de Pedro y de su sucesor, el Papa, su función exclusiva y servicio específico en la Iglesia procede de la voluntad de Cristo que encomendó a San Pedro y sus sucesores que fueran el instrumento a través del cual el Espíritu Santo, construye la unidad de la Iglesia. El ministerio de Pedro y de su sucesor, el Papa, aglutina desde su presidencia a los obispos de las Iglesias particulares y constituye la unidad visible de la Iglesia. En función de la unidad de la Iglesia, obrada internamente por el Espíritu, instituyó Jesucristo el ministerio de San Pedro cuando le otorgó el poder de las llaves y le confirió el mandato de apacentar desde la fe y el amor a los corderos y a las ovejas de su rebaño (cf. Mt 16,18-19; Jn 21, 15-17).
En los últimos tiempos la misión del Papa se ha hecho particularmente difícil. Los últimos Papas están siendo “bandera discutida” de un gran combate, como lo es Cristo. Los odios, los rechazos, los resentimientos y las protestas en cualquier lugar de la Iglesia descargan sobre él. En la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba por él. Hoy toda la Iglesia hemos de orar por quien ocupa su lugar, es decir, por el Papa. Hemos de esta muy cerca del Papa Benedicto XVI, con nuestra oración y con nuestra comunión efectiva y afectiva. Hay unas palabras de Jesús que desvelan todo el peso del servicio de Pedro y de sus sucesores: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,31). Hoy el Papa se ha convertido en bandera en torno a la cual se libra un combate decisivo; en juego está el mismo cristianismo.
La persona y el ministerio del Papa Benedicto XVI han de suscitar en nosotros una actitud de escucha y de acogida. Su palabra, como heraldo del Evangelio, es una palabra que nos confirma en la fe y renueva nuestra esperanza. Hoy recordamos al Santo Padre con afecto filial y con agradecimiento por el ejemplo claro y limpio de entrega total, recta y desinteresada, al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera, sin regatear sacrificios ni rehuir sufrimientos en el cumplimiento de su ministerio. El Papa Benedicto XVI está prestando un servicio fundamental, necesario e insustituible.
Por todo ello, junto con nuestra oración y agradecimiento, en esta Jornada estamos llamados a colaborar con nuestros donativos al llamado ‘Óbolo de San Pedro’. Con la colecta, que se realizará en las Misas del domingo 27 de junio, ayudamos al Santo Padre, para que pueda realizar su misión en favor de la Iglesia Universal y de los más pobres de la tierra. Os pido un año más la generosa colaboración económica de todos los diocesanos, para que el Santo Padre pueda cumplir su ministerio. Que el Señor os lo premie y que vuestro comportamiento exprese el cariño, la obediencia y el amor que sentís por el Papa.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
El domingo 27 de junio, dos días antes de festividad de San Pedro y San Pablo por ser el día 29 laborable en nuestra comunidad autónoma, celebramos el Día del Papa y la colecta llamada desde los primeros siglos Óbolo de San Pedro. En esta Jornada estamos invitados a meditar en el ministerio del Sucesor de Pedro, a orar por él y a contribuir con nuestros donativos a su misión evangelizadora y de caridad.
El ministerio de Pedro y de su sucesor, el Papa, su función exclusiva y servicio específico en la Iglesia procede de la voluntad de Cristo que encomendó a San Pedro y sus sucesores que fueran el instrumento a través del cual el Espíritu Santo, construye la unidad de la Iglesia. El ministerio de Pedro y de su sucesor, el Papa, aglutina desde su presidencia a los obispos de las Iglesias particulares y constituye la unidad visible de la Iglesia. En función de la unidad de la Iglesia, obrada internamente por el Espíritu, instituyó Jesucristo el ministerio de San Pedro cuando le otorgó el poder de las llaves y le confirió el mandato de apacentar desde la fe y el amor a los corderos y a las ovejas de su rebaño (cf. Mt 16,18-19; Jn 21, 15-17).
En los últimos tiempos la misión del Papa se ha hecho particularmente difícil. Los últimos Papas están siendo “bandera discutida” de un gran combate, como lo es Cristo. Los odios, los rechazos, los resentimientos y las protestas en cualquier lugar de la Iglesia descargan sobre él. En la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba por él. Hoy toda la Iglesia hemos de orar por quien ocupa su lugar, es decir, por el Papa. Hemos de esta muy cerca del Papa Benedicto XVI, con nuestra oración y con nuestra comunión efectiva y afectiva. Hay unas palabras de Jesús que desvelan todo el peso del servicio de Pedro y de sus sucesores: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,31). Hoy el Papa se ha convertido en bandera en torno a la cual se libra un combate decisivo; en juego está el mismo cristianismo.
La persona y el ministerio del Papa Benedicto XVI han de suscitar en nosotros una actitud de escucha y de acogida. Su palabra, como heraldo del Evangelio, es una palabra que nos confirma en la fe y renueva nuestra esperanza. Hoy recordamos al Santo Padre con afecto filial y con agradecimiento por el ejemplo claro y limpio de entrega total, recta y desinteresada, al servicio de la Iglesia y de la humanidad entera, sin regatear sacrificios ni rehuir sufrimientos en el cumplimiento de su ministerio. El Papa Benedicto XVI está prestando un servicio fundamental, necesario e insustituible.
Por todo ello, junto con nuestra oración y agradecimiento, en esta Jornada estamos llamados a colaborar con nuestros donativos al llamado ‘Óbolo de San Pedro’. Con la colecta, que se realizará en las Misas del domingo 27 de junio, ayudamos al Santo Padre, para que pueda realizar su misión en favor de la Iglesia Universal y de los más pobres de la tierra. Os pido un año más la generosa colaboración económica de todos los diocesanos, para que el Santo Padre pueda cumplir su ministerio. Que el Señor os lo premie y que vuestro comportamiento exprese el cariño, la obediencia y el amor que sentís por el Papa.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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