El pasado 22 de febrero se presentó en Madrid, en el seno de la muestra De Madrid hasta el cielo, un fragmento de la película Un Dios prohibido, que relata los últimos días de los 51 claretianos mártires de Barbastro, asesinados por el Frente Popular en los primeros días de la Guerra Civil. Su estreno está previsto para finales de la primavera de 2013.
Es la nueva y más ambiciosa creación de Contracorriente Producciones, está dirigida por Pablo Moreno y terminó de rodarse a finales de 2012. Película coral con hasta cuatrocientos figurantes,, entre los 54 actores figuran Jesús Guzmán (Atraco a las tres, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo ), Elena Furiase (El internado, El libro de las aguas, Cruzando el límite), Juan Alberto López (Arrayán, Cuéntame cómo pasó, Aquí no hay quien viva), Jacobo Muñoz (Blancanieves Boulevard, Pablo de Tarso, el último viaje), además de actores con larga trayectoria en doblaje como Juan Rueda y también que proceden del mundo del teatro como Álex Tormo (director de la compañía Triaca), Guido Balzaretti (Los miserables) y Jerónimo Salas (Madera de Joses).
La razón de la Providencia
Durante el acto, Pablo Moreno destacó que la obra tiene una clara vocación conciliadora: "Planteamos el choque de ideales que se confunde bajo el terror de la guerra” y en ese sentido se ha buscado el equilibrio en la trama.
Juanjo Díaz Polo, guionista, apuntó la dificultad que entrañaba una película de estas características, porque los hechos que relata “son algo de lo que no se ha hablado mucho” y “es complicado hacerlo sin sacar conclusiones políticas o ideológicas”. Pero "lo interesante no sólo es lo que ocurrió sino por qué ocurrió”, y en ese sentido insistió enla idea de que la historia “tiene algo de universal: la lucha de ideales”.
El rodaje de Un Dios prohibido permitió a los actores vivir durante un mes y medio en el seminario de Ciudad Rodrigo (localidad donde se ha realizado la mayor parte del film), y en ese sentido Álex Larumbe, quien encarna a Juan Echarri (el joven claretiano "más rudo, el que pensaba ¿vamos a dejarnos matar sin luchar? pero luego entra en razón y ve que su destino es entregarse de corazón a la Providencia"), agradeció la colaboración de Juan Carlos Sánchez, rector del seminario y asesor teológico de la película, porque les abrió las puertas de su casa, les hizo partícipes de su comida y creó un grupo de actores creyentes y no creyentes, personas jóvenes que luchan por algo, “casualmente del tema que habla la película”.
La historia
Barbastro, de unos 8000 habitantes en aquella época, se había convertido en un punto estratégico desde la perspectiva militar, debido a la existencia de cuarteles y de un comité revolucionario de la CNT perfectamente organizado. En aquel momento, la comunidad de misioneros claretianos estaba formada por 60 personas: 9 sacerdotes, 12 hermanos y 39 estudiantes, entre ellos dos argentinos que se libraron del martirio debido a su procedencia extranjera y que serían claves para conocer los hechos que allí ocurrieron.
La casa de la comunidad claretiana fue asaltada el 20 de julio de 1936 por milicianos revolucionarios. Los tres padres superior, prefecto y ecónomo fueron arrestados. El resto de claretianos fueron trasladados al colegio de los Padres Escolapios, donde fueron encerrados en el salón de actos, cárcel de retención para los claretianos antes de sus fusilamientos.
Por las ventanas, el populacho trataba de verles, entre ellos Trini, la Pallaresa (intrepretada por Elena Furiase) que se pasaba las horas tratando de ver al seminarista Esteban Casadevall, del que se había enamorado porque, según ella, se parecía a Rodolfo Valentino.
Los carceleros buscaban la apostasía de los jóvenes aspirantes a sacerdotes, por lo que, por ejemplo, dejaron libertad en alguna ocasión para que mujeres y prostitutas entraran al salón, sin ningún tipo de respuesta por parte de los seminaristas.
Con respecto a su vida cristiana, conservaron el hábito de comunión diaria mientras pudieron, introduciendo las formas en el cesto del desayuno. En el salón se rezaba de continuo, en pequeños grupos y susurrando, evitando siempre la atención de los guardias, que lo habían prohibido también.
A algunos claretianos les ofrecieron la libertad como una forma de pagar favores anteriores o porque eran conocidos de los carceleros, pero antepusieron la liberación de toda la comunidad a la suya individual, por lo que finalmente fueron martirizados.
Los claretianos encarcelados durante semanas dejaron su testimonio escrito en los lugares más insospechados del salón de actos: en el taburete del piano, en las tablas del salón, en las paredes...
Los padres superiores fueron fusilados el 2 de agosto, el resto los días 12, 13, 15 y 18 de agosto de 1936. Junto a los Superiores, fue martirizado Ceferino Giménez el Pelé, gitano de misa y comunión diaria que a pesar de la insistencia de su hija Pepita no abandonó su rosario y da testimonio de su fe con su vida.
Además, el obispo Florentino Asensio, preso en su propio palacio desde el 19 de julio, trasladado al colegio de los Escolapios el día 23, fue torturado y asesinado el día 9 de agosto.
Los Mártires de Barbastro fueron beatificados por el papa Juan Pablo II el 25 de octubre de 1992.
Fuente: religionenlibertad.com
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